jueves, 19 de julio de 2007

Live Earth entretenimiento o verdadera consciencia

Ya paso el Live Earth y sin duda fue uno de los conciertos más vistos y escuchados en el mundo entero, se rompieron record's de estraming o de transmición por internet, superando al evento que se llevó a cabo ya un año atrás Live 8, pero un análisis serio se llevó a cabo los siguienes días del suceso, todos formamos parte de este planeta, pero ¿Cuanto hacemos por el medio ambiente?, esta pregunta me parece sorprendente al momento de análisar cuanto polietileno se usa en la ciudad, los mercados cuanta basura pueden generar los días miercoles y sábado, ¿Cuanto haces tú por el medio ambiente?.

Este análisis se presenta y espero aprecien este otro punto de vista con respecto a este magno evento, organizado por un ex candidato a la presidencia de E.E.U.U. acá la nota.

UN ANÁLISIS SOBRE LA PARADOJA DE LIVE EARTH

Por qué el rock no salvará al planeta

Su objetivo es admirable, pero si vamos a ser serios, no basta con decirles a los que van a los conciertos que usen el transporte público una vez por semana.

George Marshall

Este sábado, la serie de enormes conciertos alrededor del mundo llamada Live Earth utilizó la música y los medios de comunicación para, en palabras de los organizadores, “provocar un movimiento a nivel mundial para resolver la crisis climática”.

Espero sinceramente que esto funcione, pero me temo que nuestra negativa a reconocer el cambio climático tiene raíces muy profundas para ser presentadas por conciertos optimistas. Después de todo, hemos sabido del cambio climático por un tiempo sorprendentemente largo. Las primeras advertencias serias llegaron en 1965, y el cambio climático ha sido una prioridad en la agenda política por 15 años.

Durante años se ha asumido que si, al menos, la gente conociera más la seriedad del asunto, actuaría. Hemos tenido una década de investigaciones aterradoras, informes voluminosos, solemnes declaraciones políticas, sitios web interactivos, suplementos dominicales con fichas coleccionables y titulares chillones.

CALENTAMIENTO AL ALZA

Desde luego estamos mejor informados -ahora el 85 por ciento de la gente dice que el cambio climático es un gran problema- pero parecemos haber desarrollado una habilidad para separar lo que sabemos de lo que hacemos. Sería generoso decir que no hemos hecho nada. Peor que eso. Hemos hecho todo lo posible para arrojarnos al precipicio: autos más grandes, casas más calientes y una insaciable sed de viajar en avión.

Así que Live Earth está probando un nuevo enfoque. Si al mirar fríamente los hechos no podemos producir cambios, calculan ellos, tal vez podamos conquistar la imaginación de la gente haciendo el cambio climático accesible, estupendo, excitante y divertido. Es una lógica de mercadeo que funciona bien para los bienes de consumo y, asumámoslo, los conciertos mundiales de rock desplazarían a cualquier producto. Si Live Earth fuera Live Knitwear (tejidos de punto en vivo), sería catapultada entre los 100 principales valores de la Bolsa de Londres que publica el “Financial Times”.

MALDITOS CÍNICOS

Indudablemente Live Earth provocará excitación e interés alrededor del cambio climático. Pero no creo que produzca un cambio significativo, porque en lo esencial no comprende bien el desafío. La razón por la que no estamos haciendo lo suficiente en cuanto al cambio climático no es porque no sepamos de él, porque no sea moderno o porque no nos importe. El problema es que estamos encerrados en patrones de negación colectiva y hemos adoptado un amplio rango de estrategias para no aceptar nuestra responsabilidad personal.

Sostenemos que la responsabilidad fundamental del problema siempre está en un tercero: la banda de heavy metal Uncle Sid o la gente rica o, cada vez más, los chinos. O, como diría algún columnista cínico, son esos hipócritas del jet-set que están sobre el escenario en conciertos como Live Earth. Y mucha gente no culpa a nadie: simplemente están esperando a que otro lo solucione.

Los sicólogos observan que mientras más testigos haya de un crimen, hay menos probabilidad de que alguno de ellos intervenga. Los más espectaculares asaltos pueden ocurrir en calles comerciales llenas de gente, y nadie hace nada porque están todos mirando el reloj y diciendo “me pregunto cuándo llegará la policía”. Me temo que Live Earth podría caer directamente en una trampa similar. Podría crear dos mil millones de espectadores meneándose al ritmo del cambio climático y exigiendo que alguien haga algo con este terrible problema del cambio climático.

Live Earth también ha interpretado con fervor otra poderosa estrategia de negación: la adopción de comportamientos mínimos y de la boca para afuera para demostrar nuestra virtud. Que la gente crea que su participación en los conciertos es por sí misma una acción contra el cambio climático, es para preocuparse.

Y podemos estar seguros de que la industria del rock tiene un sentido tan exagerado de su propia importancia que va a martillar este mensaje cada vez que tenga una oportunidad. “Aquí estamos”, gritará por la torre de altavoces, “las más grandes estrellas de rock del mundo y dos mil millones de personas, todas de pie, hombro con hombro, exigiendo que se haga algo respecto al cambio climático. ¡Wuau!”

Esto podría ser una revolución si fuera un mitin de masas con objetivos políticos claros. Imaginen millones de personas tomándose las calles en todo el mundo con una agenda coherente para recortar drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero no lo es. Es un concierto de rock con infomerciales sobre el clima insertados entre bandas que cantan acerca de sus seguidores. Las 80.000 personas en Wembley no marcharán al Parlamento, marcharán al estacionamiento y conducirán sus vehículos a casa, felices porque han hecho algo en contra del cambio climático y que, por si fuera poco, tuvieron un día divertido.

Para ser justos con Live Earth, ellos están apelando a la gente a “responder al llamado” y firmar un compromiso. Pero esta no es la agenda central de los conciertos. Cuando usted firma el compromiso, le dicen que lo que importa es apagar las luces más de lo que lo hace actualmente, y usar el transporte público una vez por semana. Necesitamos ser honestos con nosotros mismos, y entender que una economía con bajas emisiones de carbono simplemente no permitirá ir de vacaciones a lugares lejanos, transportarse en automóvil y consumir en forma masiva. Live Earth podría promocionar una visión mucho más emocionante del mundo sustentable con bajas emisiones de carbono que necesitamos crear: un mundo basado en la salud, los derechos de los animales, justicia para los pobres, buenas viviendas para todos y la promoción de la felicidad más que del consumo. Es eso lo que provocaría un verdadero cambio social y político.

©The Guardian

The New York Times Syndicate

El comentario es suyo y de todos.

1 comentario:

Adrián dijo...

La cruda, loco, se ha demostrado q un concierto poco puede hacer por alguna buena causa, pero al menos el proposito del Live Earth no va más allá de insentivar y mover a la gente a actuar de una buena vez; m encantó la comparación con la calle llena de gente...
Al final no podemos exigir mucho más a la música, esto es un asunto de nosotros, todos.