Dentro de las sorpresas que recibimos en este mes de diciembre tenemos a bien invitar a todos a quienes desean no solo apoyar al rock orureño, sino también a los niños en este mes de diciembre, como es ya característico cada año se va realizando este festival en favor de la navidad de muchísimos niños.
Les hablo del Festival "Uniendo nuestra música por los niños", este evento se realiza el día viernes 22 de diciembre en la facultad de arquitectura a partir de las 19:00, y quienes asistan podrán apreciar a bandas como: Migraña, Daemonion, Preludio, Grupo Joda, Dr. Stein y tendremos un invitado de lujo, desde la ciudad de La Paz llega CHAMAN, banda finalista de la Marathon Rock 2006 organizada por Equinoccio.
La entrada a este evento es un juguete, apoyar este tipo de iniciativas no solo es un aliciente para las bandas, este tipo de eventos organizados independientemente merece reconocimiento, porque activa una escena casi muerta en el mes de diciembre. Mil felicidades a estas bandas por su buena labor social.
jueves, 21 de diciembre de 2006
jueves, 14 de diciembre de 2006
Equinoccio por siempre
Un saludo a todos los amigos de Oruro Rock, mil disculpas por la falta de actualización y por los inconvenientes que lleva con ello, nos encontramos en estos días en una etapa importante de la página de la cual les daremos cuenta en unos días, vimos por bien publicar una nueva entrada debido a la importante noticia que llegó hasta nuestro correo electrónico; esta noticia no es otra que el cierre de la casa grande del Rock Nacional "EQUINOCCIO".
Trabajamos con Equinoccio desde el inicio de este proyecto en el mes de agosto, un amistad solida a fortalecido el trabajo conjunto que realizamos en la ciudad de La Paz, por ello nos sorprendió y nos causo bastante tristeza el conocer este dato, en esta entrada podran leer de forma integra la entrevista a Xime Morales y Ricardo Zelaya, ellos compañados por la opinión de varios artistas nacionales, este artículo se publicó en esta semana en Fondo Negro un sector que tienen el diario LA PRENSA.
El cierre del “Equi” y la crisis del rock nacional
Martín Zelaya SánchezEl rock boliviano está en crisis. La mayoría de los ocho músicos cultores de este género consultados en esta nota coincide en ello. Falta una identidad, una propuesta general novedosa y de calidad —más allá de las pocas grandes excepciones—, falta apoyo de parte del público, los canales transmisores, léase medios de comunicación, sobre todo la radio, y políticas de incentivo que debieran ver al género como lo que es: cultura.A ésta y otras conclusiones llegan estos tantos roqueros y los administradores fundadores de Equinoccio, el pub que durante 14 años promocionó, produjo, alentó y abrió sus puertas a decenas de músicos. El motivo del debate no podía ser peor para los intereses del movimiento —que en La Paz llega a unas cuantas decenas de bandas—, la despedida, el punto final de esta historia, pionera y valiente, como la mayoría de los emprendimientos artísticos y culturales en el medio. Adiós “Equi”, dicen quienes sienten que deben dejar para siempre un hogar. “La vida seguirá, los lugares cambian”, dice Rodrigo Villegas, que como bien confiesa, en 11 años de Llegas casi nunca salió del boliche. “¿Y ahora qué?”, se pregunta Vadik Barrón de Camaleón. En el punto de inflexión más determinante en la historia del rock nacional bien merecen unas opiniones de reflexión, que arrancan con las razones y recuerdos de Ximena Morales, fundadora y administradora.—¿Cómo, cuándo y por qué nació el “Equi”... cuéntanos sobre los primeros años, la idea inicial, los impulsores del proyecto, el porqué del nombre y los cambios en todos estos años, si es que los hubo?—El nombre fue elegido por dos motivos... uno relacionado con la música, evocando el disco Equinox de Jean Michelle Jarre y otro relacionado con nuestra cultura, con el tiempo y el día específico en que existe un equilibrio entre la noche y el día, la misma duración entre ambos y la distancia más cercana del sol. Y también porque nos gustaba fonéticamente la palabra....Nació el 3 de diciembre de 1992, junto a seis socios, en la calle Cañada Strongest. La idea era abrir un boliche que pueda reunir diferentes experiencias artísticas en un espacio más abierto que los “acostumbrados” para el arte. Lo inauguramos con una exposición de Mario Conde y con la Drago Blues Band. Durante esa primera experiencia tuvimos teatro, tertulias literarias, presentaciones de libros y varias exposiciones. Sin embargo, el fuerte siempre fue la música, y en ese tiempo el énfasis eran los cantautores y bandas de blues y jazz como Harlem. Nos trasladamos a la Belisario Salinas, a un ambiente más grande, y ahí se impulsó muchísimo más la cuestión de la música con la presencia de bandas como Wara, Altiplano y otras.Llegó entonces el gran auge del nacimiento de nuevas propuestas de rock en La Paz, como Llegas, Octavia y Atajo que, tal vez, fueron las que sellaron definitivamente el nuevo rumbo de Equinoccio, dirigido casi exclusivamente hacia la difusión del rock paceño y nacional.Luego de un derrumbe del local de la calle Belisario Salinas (debido a la mala construcción de otro boliche en la planta baja), cerramos un tiempo y volvimos al actual local, con una definición sólida respecto de nuestra elección y apuesta por el rock.No nos cerramos a otros estilos musicales, por ejemplo, Manuel Monroy “El Papirri” siempre ha tocado en el “Equi”. Actualmente somos sólo dos socios, Ricardo Zelaya y yo, y los cambios básicamente se han ido dando en función de las nuevas propuestas musicales que han ido naciendo en la ciudad.—¿Qué bandas y qué músicos fueron los que tocaron más veces en el local?—Creo que no me equivoco al decir que todos los músicos de rock han tocado en el Equinoccio, por lo menos una vez en su vida, y a estas alturas el número se hace incontable. Pero, por supuesto, hay bandas que han crecido junto a nosotros y con quienes hemos compartido muchos años de vivencias.Llegas, Atajo y Octavia son probablemente las que más han tocado por los años que llevan en la escena y porque por lo menos Atajo y Llegas casi sólo tocan en el Equinoccio, salvo sus conciertos grandes en teatros. Bandas históricas por el tiempo que llevan tocando, como Black Jack, que en su momento fue la más importante del local. Otras simbólicas como Go Go Blues que nació, creció y grabó en el “Equi”.Deszaire tocó muchísimo, pues fue inicialmente un proyecto salido de la Marathon. Bandas como Hate, Camaleón o Ciudad Líquida que también pusieron su sello en esto.—Recuerdo que hace unos años tocó David Lebón de Argentina... ¿qué otros artistas o músicos extranjeros pasaron por su escenario?—Santiago Feliu, Liuba María Hevia (Cuba), Litto Nebbia, Nito Mestre, Ataque 77, Lobotomy (Argentina), Los Tetas (Chile), Anton (México), The Orange Man Theory (Italia). Los Café Tacuba como invitados para compartir un poco. —¿Sabemos que además de ser un pub donde se presentan grupos, en los últimos años se volvió una productora que promocionó grupos... coméntanos esa experiencia?—Equinoccio Producciones nació en 1999 con la grabación en vivo de algunas bandas, como Hate y Atajo. También siguió el camino de la producción en la organización de eventos como el April Fest, el Equinoxrock Festival y la Marathon Rock. Esta opción de producción aparece a raíz del vacío de asumir al rock como parte de la cultura y del mercado. Era necesario impulsar la conexión entre grupos, públicos, medios y el nexo vino a ser el espacio. Es por ello que desde hace muchos años el “Equi” no es sólo un boliche, sino un espacio mucho más abierto y de mayor alcance.Respecto de la producción de grupos, fue más bien una experiencia personal que Ricardo asumió, también como una opción frente al vacío de productores y representantes de este tipo de grupos en Bolivia. Como Equinoccio, la producción de bandas es una experiencia que recién comienza con los ganadores de la Marathon Rock 2006, y bueno.... sin el local será un reto más difícil, pero está ahí.—Muchos no comprendemos aún por qué termina este ciclo. Una ciudad tan grande como La Paz se quedará sin el mayor pub roquero, sin la casa del rock nacional, como lo consideran algunos..., explícanos las razones.—La decisión ha sido muy difícil y es cierto que es duro creer que habiendo tantas bandas en la ciudad de La Paz tenga que cerrarse el Equinoccio; pero también es cierto que en el mundo el rock no es precisamente la música más popular y particularmente en el caso de Bolivia, el mercado es limitado.No es sólo el cierre de un boliche... no existen disqueras que produzcan rock nacional, no existen radios cuya programación se base en él, no hay políticas culturales que promuevan las nuevas propuestas musicales.Hay muchos otros factores. Y todo este análisis nos llevó a la decisión de terminar este ciclo, pues si bien vivir el rock es una opción personal, como empresa es difícil seguir en este momento. —¿Hay la posibilidad de que se retome el proyecto en el futuro?—Creo que tomar el mismo proyecto sería un error, por todo lo analizado. Pero siempre existe la posibilidad de iniciar uno nuevo, entonces tendremos que volver a evaluar, releer nuestra historia, compartir los análisis con todos los que hemos desarrollado este largo trayecto y, a lo mejor, volver a apostar...—El rock nacional en La Paz es casi sinónimo del Equinoccio; ¿se puede decir que este género está en crisis; es ésa una de las causas del cierre?—Entiendo la palabra crisis como una imposibilidad de desarrollo. Me parece que a nuestro rock le hace falta verse a sí mismo, redescubrirse, buscar una identidad (o varias) que lo posicionen en nuestra cultura, que lo hagan parte de la gente.Hace falta que las bandas se escuchen entre sí, que compartan escenarios, que busquen algo en común que no sea sólo estar en contra de algo (por ejemplo de la cumbia), sino que descubran que aún teniendo estilos diferentes pueden o deben encontrar una raíz y también una propia proyección.Es cierto que Equinoccio es a veces sinónimo de rock nacional y es porque hemos crecido juntos y también nos hemos equivocado juntos muchas veces... y el cierre del “Equi” refleja, en parte, la situación del rock, pero la situación del rock, a su vez, refleja una crisis en nuestra cultura o por lo menos en la forma en que nuestra sociedad entiende la cultura y el arte.—¿Qué les dices al público incondicional del boliche en tantos años y a todos los músicos que lo sienten su casa?—A los músicos, de quienes el “Equi” definitivamente es su casa; al público, con quienes compartimos tantas idas y vueltas, y a todas las personas que trabajaron y trabajan en el Equinoccio... GRACIAS, muchas gracias por ser parte de este encuentro con la música, con la noche, con la ciudad, con su gente y con su rock...—Agrega lo que se me fue preguntarte, anécdotas, detalles... tal vez historias del boliche.—Tres cosas: Uno, como anécdota o identidad del “Equi”... sus múltiples refacciones y redecoraciones. No sé exactamente cuántas fueron, pero a lo mejor tantas como sus 14 años, con cómics, con la ciudad, con máscaras y motivos de las culturas de todo el mundo, con afiches de las bandas nacionales, con cuadros de bandas legendarias, con graderías o sin ellas, de negro o multicolor...Dos, este año decidimos poner sólo rock nacional en el intermedio de las tocadas de las bandas; inicialmente lo pusimos exclusivamente y ahora mezclado en un 50 por ciento con rock de bandas clásicas. Creo que somos el único boliche que lo hace.Tres, y, tal vez, esto sea sumamente personal y emotivo, pero pienso que para quienes amamos esta ciudad desde otra mirada, desde su gente y sus lugares, el “Equi” marca una identidad, una presencia... está ahí.
“Grillo”: Es un síntoma más
—¿Qué significa el Equinoccio para ti?—Fue mi casa durante casi toda mi carrera post Loukass, prácticamente me hice en su escenario, en estos 11 años toqué pocas veces fuera del “Equi”. Tomé hasta sus paredes.—¿Qué opinas de su cierre?—Es un síntoma. El público no apoya el rock nacional. Fuera de tres o cuatro bandas que llenamos el boliche, lo demás es triste. Ya pasé algo similar, por eso mis cariños a Ximena y Ricardo. Fue muy triste cerrar el “Soca” (Socavón, pub que administró en los 90), me afectó mucho, pero la gente deja de ir, va desapareciendo.—¿Cómo afecta esto al rock nacional?—La vida seguirá, los lugares cambian. La pregunta es por qué en esta generación no apareció una banda que atrape a un público, que los vuelva fans, compre sus discos y pague una entrada para verlos. Hay buenas bandas pero no seducen. Con “Equi” o sin.—Comparte tu mejor recuerdo del “Equi”.—Después del accidente en mi auto, me preparé para el retorno. Pasaron muchos meses y no podía más, decidí tocar sentado, no podía estar de pie todavía. Ese fin de semana fue conmovedor el cariño del público, la cola llegaba hasta la calle Fernando Guachalla. Cuando empezamos a tocar... fue demasiado. Hubo lágrimas de los tres lados.
Los músicos opinan
Gonzalo Gómez (Go Go Blues)A mí me parece una catástrofe, lo veo con mucho dolor y pesar porque prácticamente he nacido tocando allí y siempre toco ahí, es mi casa. Es muy difícil superar esta historia, es difícil imaginar que allí comienzan y acaban algunas de las historias que pensábamos que iban a ser para siempre.Es también una consecuencia de la crisis del rock, que decayó al carecer de identidad y se hunde cada vez más en esa vorágine sin identidad, sin discurso, sin mensaje propio y ahí aparecen los “tributos” (a grupos extranjeros) a los que el “Equi” les dio demasiado escenario, cuando más bien había que generar más espacios para las bandas que nacían. Sin embargo, ahí viene el contraste, es obvio que empresarialmente debían generar un ingreso para sobrevivir, entonces es un círculo porque la falta de identidad nos lleva a tener un público que se cansa.July Marín (Ciudad Líquida)Me parece lamentable que un lugar como el “Equi” se tenga que cerrar. Muchos de los momentos más importantes de mi vida en la música han ocurrido allí. Me parece lamentable que un lugar que tiene la infraestructura para tocar música en vivo, para escucharla, tenga que desaparecer, habiendo tan pocos en esta ciudad. Algunos piensan que tal vez haya una crisis. Desde mi perspectiva, la crisis muestra las falencias que vienen de antes, pero también hay mejoras, hay cambios, hay crecimiento, se lo ve en los jóvenes, en la gente, en los eventos, pero a veces entre tanto caos lo positivo no se puede ver.Devadip Lacoa (Elemental Sickness)A mí y a la banda nos da muchísima pena. Cuando nos enteramos nos pareció increíble. El cierre del Equinoccio va a dejar un vacío muy grande, pues es la casa mayor del rock en La Paz y en toda Bolivia.No entiendo bien por qué el rock pasa por una crisis, puesto que han aparecido muchas bandas y con propuesta; creo que la gente no apoya y no tiene una cultura roquera; se dirige sólo a lo que está de moda y no apoya la producción nacional.La gente se ve limitada a lo que ponen los medios y es muy poca la que traspasa sus propias fronteras y busca más allá. También en parte es culpa de nosotros, las bandas, por no presentar una propuesta original, o tan influenciada por bandas del exterior.Darío Oblitas (Deszaire)En el grupo creemos que se cierra una institución, porque el Equinoccio es una institución del rock nacional. Durante 14 años ha contribuido al desarrollo del rock y fue el único lugar donde las bandas se podían promocionar, el único donde existía apoyo aun a los que no tenían disco.¿De dónde van a salir ahora las bandas?, no podemos olvidar que es ahí donde se generaban las nuevas. La verdad es que la gente no apoya y tal vez las bandas también se dejaron.Ramiro Párraga (Ícaro)Es una gran pérdida cultural. En La Paz, el Equinoccio es una vanguardia, su aporte ha sido grande, y ahora los grupos no van a tener dónde tocar. Es un hueco cultural en la ciudad, que seguramente se llenará, aunque parece muy difícil.El rock está muriendo, las radios prefieren tocar géneros comerciales y, es cierto, sin apoyo de los medios tampoco puedes tener un boliche desde donde defender el rock nacional.
Queremos tanto al “Equi”
Vadik BarrónEl común de la población paceña acredita que el viejo Equinoccio, ése de la Sánchez Lima, es un boliche. La obtusa visión no puede ser más distinta en aquellos que pasamos, aunque sea una sola velada, en sus instalaciones. Resulta que mientras el común de los establecimientos se dedica a vender bebidas por las noches, con profusión de juventud, parlantes crueles y música —salvo escasas excepciones— sinceramente chabacana, el “Equi” —así le decimos, con confianza, cariño— es, sin dar más vueltas, la casa del rock hecho en Bolivia.El 16 de este mes, Equinoccio de Sopocachi (este año subtitulado, con toda justicia, Rock Nacional) cerrará sus puertas al público, después de 14 años de afanosa actividad, que testimonia el duro trabajo que representa hacer rock en este país. Y digo hacer rock, porque para que un movimiento (musical, artístico, contracultural) genere un impacto en el imaginario colectivo de una ciudad o de un país, es necesario un espacio que lo acoja, lo potencie, lo explore y explote —en el buen sentido—, y que esté dispuesto a correr los riesgos y guapear contra la corriente que aconseja cumbia y combo perfumado.La legión de rockeros, parroquianos, músicos: los futuros huérfanos que nos desayunamos la noticia, andamos desde hace unas semanas ambulando por la city murmurando bajito o preguntándonos con la mirada: ¿y “ahura”? Parece impensable la continuidad del rock en esta ciudad sin uno de los pilares sobre los que se fundamentó, tomando en cuenta la importancia de la interacción de las bandas con el público, a través de conciertos en vivo, una de las marcas registradas de la cultura rock.El escenario del “Equi” ha visto nacer y morir bandas, ha contemplado jam sessions, feturings y juntuchas impensadas, ha sido iluminado por nombres ilustres de la música de este lado del planeta (Litto Nebbia, David Lebón, Los Tetas, entre otros), ha lanzado a la primera plana del acontecer musical a decenas de músicos cuasi púberes y a otras tantas bandas aficionadas, ha sido testigo de la sucesiva debacle, resurrección o explosión de las grandes bandas bolivianas, y le ha dado techo a todo aquel que ha sentido la necesidad de la experiencia de vivir el rock de cerca, tocado en vivo, de verdad, y generando ese carrusel de emociones que no se pueden explicar y que sólo el rock despierta en los changos —y no tan changos— que pasamos las noches allí.Y claro, nosotros tenemos que seguir adelante, lo triste es que tenía que pasar esto para que digamos: “¡uta!, había sido el único boliche de rock”. Pues sí, era. Y para ser completamente honesto, no sé dónde iremos a parar mi banda, mis cuates y yo, después del 16. Parece que perdí la apuesta y voy a tener que comprar un celular. Ahora, en la última esquina de estos párrafos chacras, se cuela un destello disparatado. Ya que en este país pasa de todo, ¿no podríamos juntarnos todas las bandas e ir a hacer huelga de hambre a la puerta de la casa de la Xime o del Ricardo, o al Congreso? Estoy desvariando. El “Equi” abre sus puertas a la nostalgia, y nos toca a nosotros trabajar por que el rock siga latiendo.*Compositor y cantante de Camaleón
Panchi Maldonado: Cada vez hay menos espacios culturales
—¿Qué significa el Equinoccio para ti?—Era uno de los pocos espacios que quedaban para escuchar música en vivo, donde uno podía tener la oportunidad de ver a los grupos que querían mostrar su trabajo, o demostrar cómo podían tocar canciones de grupos famosos.—¿Qué opinas de su cierre?—Es una pena que cada vez haya menos espacios culturales. Los teatros y cines se volvieron iglesias cristianas, y éste, aparte de ser la fuente de trabajo de muchos músicos, era el único lugar grande donde se podía ver un concierto de alguna banda boliviana. Su cierre es una muestra más de que la actividad musical en nuestra ciudad se está relegando, ya que hasta en la calle está prohibido tocar, y cuando uno decide hacer un concierto, como el que hicimos los Atajo, en el Teatro Municipal, se lo critica porque creen que vamos a volver el lugar en boliche. —¿Cómo afecta esto al rock nacional?—Para el rock paceño es un reto más. Pero no nos va a detener, ya que muchos espacios se cerraron y nunca nadie dijo nada (El Metrópolis, el Tiwanaku, el Café en Azul, el Ojo de Agua…). Esto hizo que los músicos caminemos con las botas puestas y dispuestos a batallar sin claudicar en este camino difícil.—Comparte tu mejor recuerdo del “Equi”—Fue cuando vi a una cholita ocupar la parte donde la gente suele bailar y, girando su pollera, empezó a moverse al ritmo de Morenaza al corazón, de Atajo.
Buenas noches, Equinoccio
Ricardo Zelaya También a nosotros nos cuesta creer que el boliche no va más. Nosotros, digo, quienes fundamos, trabajamos y construimos, durante 14 largos años y casi sin darnos cuenta, esta síntesis del rock boliviano llamada Equinoccio.Tomar la decisión no fue fácil. En realidad, la estuvimos eludiendo desde hace ya muchos meses, inventando argumentos para seguir adelante, urdiendo cambios en el local, discutiendo en interminables reuniones, todo con la esperanza de que las cosas cambiaran en algún momento. No hubo caso.La crisis del Equinoccio se alimenta de una crisis más profunda y compleja, que nos arrastra, nos abruma y nos supera. Es la crisis de un rock que no termina de madurar como propuesta popular, de un público que —cada vez más—privilegia lo malo conocido antes que lo bueno por conocer; de unos medios de comunicación peleados con la cultura, y unos músicos que, salvo honrosas excepciones, pasan por el mundo atrincherados en su propio rollo, convencidos de que todos los demás no valen un carajo o simplemente no existen.Y claro, en medio de todo el quilombo está el boliche, con sus propios errores, limitaciones y torpezas. Culpable, en todo caso, de no haber hallado mejor camino que el de alzar las manos, de no haber sabido responder a toda esa gente que ahora te agarra en la calle y pregunta por qué.Pero, bueno, no es el fin del mundo. Viéndolo por el lado positivo, se trata de la pausa necesaria en un esfuerzo que venía convirtiéndose cada vez más en mera rutina; de un puente de reflexión y evaluación que eventualmente podría conducirnos a empezar otra vez y mejor. No lo sabemos.Es la hora, en todo caso, de revisar las viejas ideas y preparar nuevos proyectos, de salir de nuestro encierro y visitar otras experiencias, de esperar y ver si otros se animan a asumir el riesgo y sacudir un poco el mercado.Y también es la hora, en un sentido más amplio, de preguntarnos entre todos qué es lo que está pasando con nuestro rock, qué es lo que lo separa de la gente y cómo vencemos esa resistencia. Cómo dejamos de ser una bola de bandas, boliches y aficionados para convertirnos en movimiento.Cuando tengamos las respuestas, seguro habremos dado un radical y definitivo paso en la realización de nuestros sueños. Entretanto, buenas noches, Equinoccio.*Fundador y productor
Trabajamos con Equinoccio desde el inicio de este proyecto en el mes de agosto, un amistad solida a fortalecido el trabajo conjunto que realizamos en la ciudad de La Paz, por ello nos sorprendió y nos causo bastante tristeza el conocer este dato, en esta entrada podran leer de forma integra la entrevista a Xime Morales y Ricardo Zelaya, ellos compañados por la opinión de varios artistas nacionales, este artículo se publicó en esta semana en Fondo Negro un sector que tienen el diario LA PRENSA.
El cierre del “Equi” y la crisis del rock nacional
Martín Zelaya SánchezEl rock boliviano está en crisis. La mayoría de los ocho músicos cultores de este género consultados en esta nota coincide en ello. Falta una identidad, una propuesta general novedosa y de calidad —más allá de las pocas grandes excepciones—, falta apoyo de parte del público, los canales transmisores, léase medios de comunicación, sobre todo la radio, y políticas de incentivo que debieran ver al género como lo que es: cultura.A ésta y otras conclusiones llegan estos tantos roqueros y los administradores fundadores de Equinoccio, el pub que durante 14 años promocionó, produjo, alentó y abrió sus puertas a decenas de músicos. El motivo del debate no podía ser peor para los intereses del movimiento —que en La Paz llega a unas cuantas decenas de bandas—, la despedida, el punto final de esta historia, pionera y valiente, como la mayoría de los emprendimientos artísticos y culturales en el medio. Adiós “Equi”, dicen quienes sienten que deben dejar para siempre un hogar. “La vida seguirá, los lugares cambian”, dice Rodrigo Villegas, que como bien confiesa, en 11 años de Llegas casi nunca salió del boliche. “¿Y ahora qué?”, se pregunta Vadik Barrón de Camaleón. En el punto de inflexión más determinante en la historia del rock nacional bien merecen unas opiniones de reflexión, que arrancan con las razones y recuerdos de Ximena Morales, fundadora y administradora.—¿Cómo, cuándo y por qué nació el “Equi”... cuéntanos sobre los primeros años, la idea inicial, los impulsores del proyecto, el porqué del nombre y los cambios en todos estos años, si es que los hubo?—El nombre fue elegido por dos motivos... uno relacionado con la música, evocando el disco Equinox de Jean Michelle Jarre y otro relacionado con nuestra cultura, con el tiempo y el día específico en que existe un equilibrio entre la noche y el día, la misma duración entre ambos y la distancia más cercana del sol. Y también porque nos gustaba fonéticamente la palabra....Nació el 3 de diciembre de 1992, junto a seis socios, en la calle Cañada Strongest. La idea era abrir un boliche que pueda reunir diferentes experiencias artísticas en un espacio más abierto que los “acostumbrados” para el arte. Lo inauguramos con una exposición de Mario Conde y con la Drago Blues Band. Durante esa primera experiencia tuvimos teatro, tertulias literarias, presentaciones de libros y varias exposiciones. Sin embargo, el fuerte siempre fue la música, y en ese tiempo el énfasis eran los cantautores y bandas de blues y jazz como Harlem. Nos trasladamos a la Belisario Salinas, a un ambiente más grande, y ahí se impulsó muchísimo más la cuestión de la música con la presencia de bandas como Wara, Altiplano y otras.Llegó entonces el gran auge del nacimiento de nuevas propuestas de rock en La Paz, como Llegas, Octavia y Atajo que, tal vez, fueron las que sellaron definitivamente el nuevo rumbo de Equinoccio, dirigido casi exclusivamente hacia la difusión del rock paceño y nacional.Luego de un derrumbe del local de la calle Belisario Salinas (debido a la mala construcción de otro boliche en la planta baja), cerramos un tiempo y volvimos al actual local, con una definición sólida respecto de nuestra elección y apuesta por el rock.No nos cerramos a otros estilos musicales, por ejemplo, Manuel Monroy “El Papirri” siempre ha tocado en el “Equi”. Actualmente somos sólo dos socios, Ricardo Zelaya y yo, y los cambios básicamente se han ido dando en función de las nuevas propuestas musicales que han ido naciendo en la ciudad.—¿Qué bandas y qué músicos fueron los que tocaron más veces en el local?—Creo que no me equivoco al decir que todos los músicos de rock han tocado en el Equinoccio, por lo menos una vez en su vida, y a estas alturas el número se hace incontable. Pero, por supuesto, hay bandas que han crecido junto a nosotros y con quienes hemos compartido muchos años de vivencias.Llegas, Atajo y Octavia son probablemente las que más han tocado por los años que llevan en la escena y porque por lo menos Atajo y Llegas casi sólo tocan en el Equinoccio, salvo sus conciertos grandes en teatros. Bandas históricas por el tiempo que llevan tocando, como Black Jack, que en su momento fue la más importante del local. Otras simbólicas como Go Go Blues que nació, creció y grabó en el “Equi”.Deszaire tocó muchísimo, pues fue inicialmente un proyecto salido de la Marathon. Bandas como Hate, Camaleón o Ciudad Líquida que también pusieron su sello en esto.—Recuerdo que hace unos años tocó David Lebón de Argentina... ¿qué otros artistas o músicos extranjeros pasaron por su escenario?—Santiago Feliu, Liuba María Hevia (Cuba), Litto Nebbia, Nito Mestre, Ataque 77, Lobotomy (Argentina), Los Tetas (Chile), Anton (México), The Orange Man Theory (Italia). Los Café Tacuba como invitados para compartir un poco. —¿Sabemos que además de ser un pub donde se presentan grupos, en los últimos años se volvió una productora que promocionó grupos... coméntanos esa experiencia?—Equinoccio Producciones nació en 1999 con la grabación en vivo de algunas bandas, como Hate y Atajo. También siguió el camino de la producción en la organización de eventos como el April Fest, el Equinoxrock Festival y la Marathon Rock. Esta opción de producción aparece a raíz del vacío de asumir al rock como parte de la cultura y del mercado. Era necesario impulsar la conexión entre grupos, públicos, medios y el nexo vino a ser el espacio. Es por ello que desde hace muchos años el “Equi” no es sólo un boliche, sino un espacio mucho más abierto y de mayor alcance.Respecto de la producción de grupos, fue más bien una experiencia personal que Ricardo asumió, también como una opción frente al vacío de productores y representantes de este tipo de grupos en Bolivia. Como Equinoccio, la producción de bandas es una experiencia que recién comienza con los ganadores de la Marathon Rock 2006, y bueno.... sin el local será un reto más difícil, pero está ahí.—Muchos no comprendemos aún por qué termina este ciclo. Una ciudad tan grande como La Paz se quedará sin el mayor pub roquero, sin la casa del rock nacional, como lo consideran algunos..., explícanos las razones.—La decisión ha sido muy difícil y es cierto que es duro creer que habiendo tantas bandas en la ciudad de La Paz tenga que cerrarse el Equinoccio; pero también es cierto que en el mundo el rock no es precisamente la música más popular y particularmente en el caso de Bolivia, el mercado es limitado.No es sólo el cierre de un boliche... no existen disqueras que produzcan rock nacional, no existen radios cuya programación se base en él, no hay políticas culturales que promuevan las nuevas propuestas musicales.Hay muchos otros factores. Y todo este análisis nos llevó a la decisión de terminar este ciclo, pues si bien vivir el rock es una opción personal, como empresa es difícil seguir en este momento. —¿Hay la posibilidad de que se retome el proyecto en el futuro?—Creo que tomar el mismo proyecto sería un error, por todo lo analizado. Pero siempre existe la posibilidad de iniciar uno nuevo, entonces tendremos que volver a evaluar, releer nuestra historia, compartir los análisis con todos los que hemos desarrollado este largo trayecto y, a lo mejor, volver a apostar...—El rock nacional en La Paz es casi sinónimo del Equinoccio; ¿se puede decir que este género está en crisis; es ésa una de las causas del cierre?—Entiendo la palabra crisis como una imposibilidad de desarrollo. Me parece que a nuestro rock le hace falta verse a sí mismo, redescubrirse, buscar una identidad (o varias) que lo posicionen en nuestra cultura, que lo hagan parte de la gente.Hace falta que las bandas se escuchen entre sí, que compartan escenarios, que busquen algo en común que no sea sólo estar en contra de algo (por ejemplo de la cumbia), sino que descubran que aún teniendo estilos diferentes pueden o deben encontrar una raíz y también una propia proyección.Es cierto que Equinoccio es a veces sinónimo de rock nacional y es porque hemos crecido juntos y también nos hemos equivocado juntos muchas veces... y el cierre del “Equi” refleja, en parte, la situación del rock, pero la situación del rock, a su vez, refleja una crisis en nuestra cultura o por lo menos en la forma en que nuestra sociedad entiende la cultura y el arte.—¿Qué les dices al público incondicional del boliche en tantos años y a todos los músicos que lo sienten su casa?—A los músicos, de quienes el “Equi” definitivamente es su casa; al público, con quienes compartimos tantas idas y vueltas, y a todas las personas que trabajaron y trabajan en el Equinoccio... GRACIAS, muchas gracias por ser parte de este encuentro con la música, con la noche, con la ciudad, con su gente y con su rock...—Agrega lo que se me fue preguntarte, anécdotas, detalles... tal vez historias del boliche.—Tres cosas: Uno, como anécdota o identidad del “Equi”... sus múltiples refacciones y redecoraciones. No sé exactamente cuántas fueron, pero a lo mejor tantas como sus 14 años, con cómics, con la ciudad, con máscaras y motivos de las culturas de todo el mundo, con afiches de las bandas nacionales, con cuadros de bandas legendarias, con graderías o sin ellas, de negro o multicolor...Dos, este año decidimos poner sólo rock nacional en el intermedio de las tocadas de las bandas; inicialmente lo pusimos exclusivamente y ahora mezclado en un 50 por ciento con rock de bandas clásicas. Creo que somos el único boliche que lo hace.Tres, y, tal vez, esto sea sumamente personal y emotivo, pero pienso que para quienes amamos esta ciudad desde otra mirada, desde su gente y sus lugares, el “Equi” marca una identidad, una presencia... está ahí.
“Grillo”: Es un síntoma más
—¿Qué significa el Equinoccio para ti?—Fue mi casa durante casi toda mi carrera post Loukass, prácticamente me hice en su escenario, en estos 11 años toqué pocas veces fuera del “Equi”. Tomé hasta sus paredes.—¿Qué opinas de su cierre?—Es un síntoma. El público no apoya el rock nacional. Fuera de tres o cuatro bandas que llenamos el boliche, lo demás es triste. Ya pasé algo similar, por eso mis cariños a Ximena y Ricardo. Fue muy triste cerrar el “Soca” (Socavón, pub que administró en los 90), me afectó mucho, pero la gente deja de ir, va desapareciendo.—¿Cómo afecta esto al rock nacional?—La vida seguirá, los lugares cambian. La pregunta es por qué en esta generación no apareció una banda que atrape a un público, que los vuelva fans, compre sus discos y pague una entrada para verlos. Hay buenas bandas pero no seducen. Con “Equi” o sin.—Comparte tu mejor recuerdo del “Equi”.—Después del accidente en mi auto, me preparé para el retorno. Pasaron muchos meses y no podía más, decidí tocar sentado, no podía estar de pie todavía. Ese fin de semana fue conmovedor el cariño del público, la cola llegaba hasta la calle Fernando Guachalla. Cuando empezamos a tocar... fue demasiado. Hubo lágrimas de los tres lados.
Los músicos opinan
Gonzalo Gómez (Go Go Blues)A mí me parece una catástrofe, lo veo con mucho dolor y pesar porque prácticamente he nacido tocando allí y siempre toco ahí, es mi casa. Es muy difícil superar esta historia, es difícil imaginar que allí comienzan y acaban algunas de las historias que pensábamos que iban a ser para siempre.Es también una consecuencia de la crisis del rock, que decayó al carecer de identidad y se hunde cada vez más en esa vorágine sin identidad, sin discurso, sin mensaje propio y ahí aparecen los “tributos” (a grupos extranjeros) a los que el “Equi” les dio demasiado escenario, cuando más bien había que generar más espacios para las bandas que nacían. Sin embargo, ahí viene el contraste, es obvio que empresarialmente debían generar un ingreso para sobrevivir, entonces es un círculo porque la falta de identidad nos lleva a tener un público que se cansa.July Marín (Ciudad Líquida)Me parece lamentable que un lugar como el “Equi” se tenga que cerrar. Muchos de los momentos más importantes de mi vida en la música han ocurrido allí. Me parece lamentable que un lugar que tiene la infraestructura para tocar música en vivo, para escucharla, tenga que desaparecer, habiendo tan pocos en esta ciudad. Algunos piensan que tal vez haya una crisis. Desde mi perspectiva, la crisis muestra las falencias que vienen de antes, pero también hay mejoras, hay cambios, hay crecimiento, se lo ve en los jóvenes, en la gente, en los eventos, pero a veces entre tanto caos lo positivo no se puede ver.Devadip Lacoa (Elemental Sickness)A mí y a la banda nos da muchísima pena. Cuando nos enteramos nos pareció increíble. El cierre del Equinoccio va a dejar un vacío muy grande, pues es la casa mayor del rock en La Paz y en toda Bolivia.No entiendo bien por qué el rock pasa por una crisis, puesto que han aparecido muchas bandas y con propuesta; creo que la gente no apoya y no tiene una cultura roquera; se dirige sólo a lo que está de moda y no apoya la producción nacional.La gente se ve limitada a lo que ponen los medios y es muy poca la que traspasa sus propias fronteras y busca más allá. También en parte es culpa de nosotros, las bandas, por no presentar una propuesta original, o tan influenciada por bandas del exterior.Darío Oblitas (Deszaire)En el grupo creemos que se cierra una institución, porque el Equinoccio es una institución del rock nacional. Durante 14 años ha contribuido al desarrollo del rock y fue el único lugar donde las bandas se podían promocionar, el único donde existía apoyo aun a los que no tenían disco.¿De dónde van a salir ahora las bandas?, no podemos olvidar que es ahí donde se generaban las nuevas. La verdad es que la gente no apoya y tal vez las bandas también se dejaron.Ramiro Párraga (Ícaro)Es una gran pérdida cultural. En La Paz, el Equinoccio es una vanguardia, su aporte ha sido grande, y ahora los grupos no van a tener dónde tocar. Es un hueco cultural en la ciudad, que seguramente se llenará, aunque parece muy difícil.El rock está muriendo, las radios prefieren tocar géneros comerciales y, es cierto, sin apoyo de los medios tampoco puedes tener un boliche desde donde defender el rock nacional.
Queremos tanto al “Equi”
Vadik BarrónEl común de la población paceña acredita que el viejo Equinoccio, ése de la Sánchez Lima, es un boliche. La obtusa visión no puede ser más distinta en aquellos que pasamos, aunque sea una sola velada, en sus instalaciones. Resulta que mientras el común de los establecimientos se dedica a vender bebidas por las noches, con profusión de juventud, parlantes crueles y música —salvo escasas excepciones— sinceramente chabacana, el “Equi” —así le decimos, con confianza, cariño— es, sin dar más vueltas, la casa del rock hecho en Bolivia.El 16 de este mes, Equinoccio de Sopocachi (este año subtitulado, con toda justicia, Rock Nacional) cerrará sus puertas al público, después de 14 años de afanosa actividad, que testimonia el duro trabajo que representa hacer rock en este país. Y digo hacer rock, porque para que un movimiento (musical, artístico, contracultural) genere un impacto en el imaginario colectivo de una ciudad o de un país, es necesario un espacio que lo acoja, lo potencie, lo explore y explote —en el buen sentido—, y que esté dispuesto a correr los riesgos y guapear contra la corriente que aconseja cumbia y combo perfumado.La legión de rockeros, parroquianos, músicos: los futuros huérfanos que nos desayunamos la noticia, andamos desde hace unas semanas ambulando por la city murmurando bajito o preguntándonos con la mirada: ¿y “ahura”? Parece impensable la continuidad del rock en esta ciudad sin uno de los pilares sobre los que se fundamentó, tomando en cuenta la importancia de la interacción de las bandas con el público, a través de conciertos en vivo, una de las marcas registradas de la cultura rock.El escenario del “Equi” ha visto nacer y morir bandas, ha contemplado jam sessions, feturings y juntuchas impensadas, ha sido iluminado por nombres ilustres de la música de este lado del planeta (Litto Nebbia, David Lebón, Los Tetas, entre otros), ha lanzado a la primera plana del acontecer musical a decenas de músicos cuasi púberes y a otras tantas bandas aficionadas, ha sido testigo de la sucesiva debacle, resurrección o explosión de las grandes bandas bolivianas, y le ha dado techo a todo aquel que ha sentido la necesidad de la experiencia de vivir el rock de cerca, tocado en vivo, de verdad, y generando ese carrusel de emociones que no se pueden explicar y que sólo el rock despierta en los changos —y no tan changos— que pasamos las noches allí.Y claro, nosotros tenemos que seguir adelante, lo triste es que tenía que pasar esto para que digamos: “¡uta!, había sido el único boliche de rock”. Pues sí, era. Y para ser completamente honesto, no sé dónde iremos a parar mi banda, mis cuates y yo, después del 16. Parece que perdí la apuesta y voy a tener que comprar un celular. Ahora, en la última esquina de estos párrafos chacras, se cuela un destello disparatado. Ya que en este país pasa de todo, ¿no podríamos juntarnos todas las bandas e ir a hacer huelga de hambre a la puerta de la casa de la Xime o del Ricardo, o al Congreso? Estoy desvariando. El “Equi” abre sus puertas a la nostalgia, y nos toca a nosotros trabajar por que el rock siga latiendo.*Compositor y cantante de Camaleón
Panchi Maldonado: Cada vez hay menos espacios culturales
—¿Qué significa el Equinoccio para ti?—Era uno de los pocos espacios que quedaban para escuchar música en vivo, donde uno podía tener la oportunidad de ver a los grupos que querían mostrar su trabajo, o demostrar cómo podían tocar canciones de grupos famosos.—¿Qué opinas de su cierre?—Es una pena que cada vez haya menos espacios culturales. Los teatros y cines se volvieron iglesias cristianas, y éste, aparte de ser la fuente de trabajo de muchos músicos, era el único lugar grande donde se podía ver un concierto de alguna banda boliviana. Su cierre es una muestra más de que la actividad musical en nuestra ciudad se está relegando, ya que hasta en la calle está prohibido tocar, y cuando uno decide hacer un concierto, como el que hicimos los Atajo, en el Teatro Municipal, se lo critica porque creen que vamos a volver el lugar en boliche. —¿Cómo afecta esto al rock nacional?—Para el rock paceño es un reto más. Pero no nos va a detener, ya que muchos espacios se cerraron y nunca nadie dijo nada (El Metrópolis, el Tiwanaku, el Café en Azul, el Ojo de Agua…). Esto hizo que los músicos caminemos con las botas puestas y dispuestos a batallar sin claudicar en este camino difícil.—Comparte tu mejor recuerdo del “Equi”—Fue cuando vi a una cholita ocupar la parte donde la gente suele bailar y, girando su pollera, empezó a moverse al ritmo de Morenaza al corazón, de Atajo.
Buenas noches, Equinoccio
Ricardo Zelaya También a nosotros nos cuesta creer que el boliche no va más. Nosotros, digo, quienes fundamos, trabajamos y construimos, durante 14 largos años y casi sin darnos cuenta, esta síntesis del rock boliviano llamada Equinoccio.Tomar la decisión no fue fácil. En realidad, la estuvimos eludiendo desde hace ya muchos meses, inventando argumentos para seguir adelante, urdiendo cambios en el local, discutiendo en interminables reuniones, todo con la esperanza de que las cosas cambiaran en algún momento. No hubo caso.La crisis del Equinoccio se alimenta de una crisis más profunda y compleja, que nos arrastra, nos abruma y nos supera. Es la crisis de un rock que no termina de madurar como propuesta popular, de un público que —cada vez más—privilegia lo malo conocido antes que lo bueno por conocer; de unos medios de comunicación peleados con la cultura, y unos músicos que, salvo honrosas excepciones, pasan por el mundo atrincherados en su propio rollo, convencidos de que todos los demás no valen un carajo o simplemente no existen.Y claro, en medio de todo el quilombo está el boliche, con sus propios errores, limitaciones y torpezas. Culpable, en todo caso, de no haber hallado mejor camino que el de alzar las manos, de no haber sabido responder a toda esa gente que ahora te agarra en la calle y pregunta por qué.Pero, bueno, no es el fin del mundo. Viéndolo por el lado positivo, se trata de la pausa necesaria en un esfuerzo que venía convirtiéndose cada vez más en mera rutina; de un puente de reflexión y evaluación que eventualmente podría conducirnos a empezar otra vez y mejor. No lo sabemos.Es la hora, en todo caso, de revisar las viejas ideas y preparar nuevos proyectos, de salir de nuestro encierro y visitar otras experiencias, de esperar y ver si otros se animan a asumir el riesgo y sacudir un poco el mercado.Y también es la hora, en un sentido más amplio, de preguntarnos entre todos qué es lo que está pasando con nuestro rock, qué es lo que lo separa de la gente y cómo vencemos esa resistencia. Cómo dejamos de ser una bola de bandas, boliches y aficionados para convertirnos en movimiento.Cuando tengamos las respuestas, seguro habremos dado un radical y definitivo paso en la realización de nuestros sueños. Entretanto, buenas noches, Equinoccio.*Fundador y productor
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